La sociedad humana está envejeciendo más rápido que nunca. Según la OMS, entre 2015 y 2050, se habrá casi duplicado la cantidad de personas mayores del mundo, pasando a ser el 22% del total de la población. Este reto es global; muchos países deberán hacer frente a esta situación. Como consecuencia, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se ajusta a la perfección con esta realidad: el ODS 3, el cual se centra en la salud y el bienestar. Todas las entidades que trabajamos para mejorar el presente de la gente mayor lo hacemos con este objetivo de desarrollo siempre en mente.
Para asegurar una buena gestión, se debe empezar ya a preparar el terreno tanto social como sanitario, además de estructurales. Uno de los pilares fundamentales a tener en mente en cuanto al tema social y sanitario es la atención a las personas mayores: ¿cómo tiene que ser y quién la debe realizar?, ¿dónde debe tener lugar?, ¿cuál debe ser el papel de la familia? Todas estas preguntas deben estar sobre la mesa. Vamos a analizar una a una y ver posibles respuestas que proponemos a partir del conocimiento y experiencia que tenemos en Cuideo.
Muchas empresas se están interesando en el sector de los cuidados debido al futuro que ya tenemos cerca. Esto permite crear colaboraciones siempre para el bien de las personas mayores y así mejorar la calidad de los años de jubilación. Un claro ejemplo de esto es Cuideo Assist, un dispositivo de teleasistencia de Cuideo como resultado de un acuerdo con otra institución. ¿Por qué realizar tratos como este? Porque el futuro está en manos de todos/as, por lo que todas las personas y empresas tenemos algo que aportar.
¿Cómo tienen que ser los cuidados de las personas mayores?
Los cuidados que recibe una persona mayor marcan su calidad de vida: su salud, su estado de ánimo, su relación con el entorno y con las personas, su autonomía… Aquí recae la gran importancia de que se realicen de una manera correcta.
Antes de nada, cabe destacar que, según un estudio que realizamos entre las familias con las que trabajamos, el 54,39% de personas dependientes viven solas. Esto puede desarrollar intranquilidad en la familia; de hecho, al 77,27% les preocupa la seguridad de su ser querido mientras está solo/a. Además, el 65,91% de los mayores con necesidad de ayuda que viven solos también se sienten inseguros cuando no tienen compañía. Contar con un cuidador o cuidadora hace que este paradigma cambie totalmente. Por eso, es relevante analizar la atención domiciliaria.
La importancia de los cuidados profesionales
No todas las personas de edad avanzada requieren ayuda. La vejez se divide en varias etapas y la dependencia es tan solo una de ellas. Antes de carecer de independencia, la gente mayor puede seguir disfrutando de todo lo que le place a su ritmo y manera. Sin embargo, lo más habitual es que paulatinamente -o de golpe debido a un problema de salud- se vaya perdiendo autonomía.
Cuando llega ese momento, empiezan los cuidados. La primera premisa debe ser mantener la autonomía restante el mayor tiempo posible. Uno de los momentos más duros psicológicamente de la vejez es la dependencia, por lo que es recomendable hacerla lo más transitoria posible. La salud mental es importante en todas las etapas vitales, y también en la vejez; de esto hablaremos más adelante.
Para poder llevar a cabo este cuidado psicológico y todos los demás que engloban la atención domiciliaria, se requieren personas profesionales en el cuidado geriátrico. Esta profesión no es tan solo hacer la comida y la compra; va mucho más allá: se requieren conocimientos básicos de enfermería y de auxiliar de esta, así como de nutrición y cocina. Además, es necesario tener aptitudes sociales como la empatía y el don del habla y saber hacer compañía (el hecho de simplemente estar allí no implica hacer compañía).
Cuando los cuidados están en manos de una persona profesional, se puede garantizar todo lo anterior. Consecuentemente, la calidad de vida de la persona mayor incrementará. Una vida longeva no es tan solo llegar a una edad avanzada, es vivir la vida, con bienestar y pudiendo disfrutarla. A veces se necesita ayuda para poder hacerlo cuando se es mayor. Y es una gran suerte (a la vez que un deber social) tener personas profesionales en este ámbito dentro del sistema.
Elementos que deben estar presentes para una atención holística y profesional
Un buen cuidado es aquel integral, que se ocupa de todas las necesidades de la persona. Para ello, se debe hacer primero una valoración previa para saber cuál es el estado del mayor o la mayor y estudiar qué profesional de atención de personas de la tercera edad es el adecuado o adecuada.
Los conocimientos y preferiblemente experiencia en cuidar personas con las necesidades que se han detectado son la base para que la atención sea holística y profesional. Durante décadas, esta labor ha estado en manos de la hija menor, la cual tenía una profesión distinta a la que estaba ejerciendo con sus progenitores. Esto llevaba a una atención hecha desde el corazón, pero también desde el estrés y, en varias ocasiones, desde el desconocimiento.
En los últimos años se ha profesionalizado el sector y los cuidados cada vez están más en manos de personas preparadas para realizarlos correctamente. Esto lleva a una mejor salud física y mental para todos los componentes de la familia.
Si nos centramos en las características que debe tener dicho cuidado profesional, están:
- Conocimientos de enfermería y de auxiliar, lo cual implica hacer levantamientos, asear…
- Controlar la medicación y saber con qué alimentos se pueden mezclar para evitar la inhibición de nutrientes y de los componentes del fármaco.
- Nutrición para realizar una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades y limitaciones (si hay) de la persona mayor.
- Conocimientos para tratar con personas con ciertas patologías, si es necesario, así como saber reaccionar ante brotes.
- Capacidad para socorrer ante emergencias.
- Saber estimular física, cognitiva y sensorialmente a la persona. Estos ejercicios deben ser personalizados, adaptándose a la situación de cada persona mayor para poder tener el máximo de resultados positivos posibles. Como consecuencia, podrán preservar más tiempo el nivel de autonomía que tengan.
- Saber cuidar la salud mental de la persona. La mente tiene un enorme poder y muchas veces los problemas psicológicos se somatizan en el cuerpo. Una buena salud mental es indispensable.
- Conocimientos de enfermedades frecuentes de la vejez para poder detectarlas en caso de aparición.
- No tratar a todas las personas mayores por igual: cada persona es diferente, por lo que no todas deben ser tratadas de igual manera. Así mismo, cabe recordar que no son infantes, por lo que se les debe hablar como lo adultos y adultas que son. En caso contrario, se cae fácilmente en acciones edadistas, contra las cuales trabajamos desde Cuideo.
La seguridad es otro de los factores claves que debe transmitir el cuidador o cuidadora. Para que la persona mayor se llene de valor para sobrepasar sus miedos y seguir haciendo las cosas que puede por sí sola, necesita una persona al lado que la anime y esté allí para ayudarla en todo aquello a lo que ella no llegue.
Cabe tener en cuenta que las familias deciden dar este paso y contratar dichos servicios, en gran parte, para asegurar que su ser querido recibe toda la atención que debe y como debe. Hay otras motivaciones, como el tiempo personal, el cual lo analizaremos un poco más adelante.
Sin embargo, demasiado frecuentemente no se tiene en cuenta el aspecto personal: ¿a la persona que necesita la atención le gusta hablar o es más bien callada?, ¿es activa o prefiere la calma?, ¿qué hobbies tiene?, ¿a qué se dedicaba antes de jubilarse?. Estas preguntas, aunque puedan parecer fuera de lugar, son muy importantes para determinar qué profesional contratar. Debemos tener siempre presente que el cuidador o cuidadora pasará muchas horas (si no todo el día) con la persona mayor, por lo que deben ser compatibles en todos los aspectos. Tener a alguien al lado con quien no se está cómodo puede llegar a ser la antítesis de un buen cuidado.
En cuanto escuchamos a las familias que han contratado cuidadores y cuidadoras de mayores profesionales mediante Cuideo, las primeras cualidades que destacan son la empatía, la delicadeza, la responsabilidad, la implicación, la humildad y la humanidad. Dejar entrar en casa a una persona desconocida y poner la calidad de vida de un ser querido en sus manos es un paso complicado de dar. Debido a ello, el ser buena persona y trabajadora es uno de los aspectos más valorados.
¿Dónde deben tener lugar los cuidados de mayores?
La persona mayor dependiente debe formar parte de la decisión tanto de la selección del cuidador o cuidadora como del sitio en el que los quiere recibir, siempre que su estado cognitivo lo permita; en caso de no ser así, pero se sepa de antemano su voluntad, hay que intentar respetarla. Cada persona y su situación es distinta, por lo que las soluciones pueden variar.
A groso modo, si la persona lo desea así, su hogar lo permite y su enfermedad también, lo mejor para ella es quedarse en casa. Su deseo tiene gran peso en esta decisión, ya que es a quien más le va a afectar. Hay casos en los que adaptar las casa a sus necesidades implica una gran obra o la persona tiene una enfermedad que requiere de un enfermero o enfermera muy constantemente. En esos casos, es posible que una residencia sea la mejor opción. Pero en caso contrario, quedarse en su hogar y recibir cuidados a domicilio es un regalo para ella.
Entrada la vejez, los cambios son más complicados de afrontar, por lo que cuantos menos haya, mejor. Quedarse en casa y que venga una persona a cuidarte suele ser más fácil de procesar que irse del hogar. Por esa razón, es imprescindible que todas las sociedades tengan unos cuidados profesionales a domicilio accesibles.
Actualmente, hay países con largas listas de espera para entrar en residencias, como sucede en España, el cual será uno de los territorios más envejecidos dentro de poco. Para que estas personas no se queden desatendidas, es importante tener un buen sistema de ayudas a la dependencia que permitan el contrato de servicios de atención domiciliaria, entre otros. Este tipo de cuidados forman parte del sistema sanitario y deben estar encima de la mesa de los gobiernos. En unas décadas, cuando la sociedad esté mucho más envejecida, esta necesidad será aún más latente.
Así mismo, para quedarse en el hogar, hay personas que deben adaptarlo a su nueva situación. Algunas instituciones tienen ayudas para hacer dichas obras. Esto, sumado a lo comentado hasta este punto, permite que envejecer en casa sea posible con todas las garantías.
¿Cuál debe ser el papel de la familia en los cuidados de mayores?
Si los cuidados están en manos de profesionales, ¿cuál es el papel de la familia? La respuesta es tan sencilla como ya sabida: ser familia. Ser familia es estar al lado de la persona, acompañarla en lo bueno y en lo malo, animarla, hacer planes con ella, cuidarla sin sobrepasar los límites profesionales por falta de conocimiento. Ser familia es hacer con tu ser querido lo que te nace de dentro.
Muchas familias que se encargan de los cuidados de un familiar mayor caen en el Síndrome del Cuidador Quemado, es decir, en un profundo desgaste tanto físico como emocional debido al intento de compaginar los cuidados de su ser querido, su vida laboral, personal y familiar. La persona se siente absorbida y cae en estrés, ansiedad e incluso depresión.
Los cuidados a domicilio no son solo una ayuda para la persona mayor, sino que repercuten en todo su entorno. Son salud para la familia. Esta es una de las claves de los cuidados de calidad: se atiende a una persona, pero son bienestar y calidad de vida para muchas más.