Aprende a cuidarte para cuidar mejor, pero ¿por qué?
Muchos cuidadores se descuidan a ellos mismos cuando cuidan a una persona con situación de dependencia, sobre todo, los cuidadores familiares. Al cuidar de una persona dependiente, la salud y bienestar del propio cuidador se pone en peligro a largo plazo.
Cuidar de alguien dependiente nos supone un desgaste físico y emocional. En muchas ocasiones, incluso podemos empezar a sentirnos imprescindibles para el paciente y acarrear un sentimiento de culpa que no nos permite dar los cuidados al mayor que necesita. Por eso, los cuidadores necesitan ser cuidados para poder cuidar de una forma óptima de su paciente.
Aprende a cuidarte sin sentimiento de culpa
Un cuidador o cuidadora necesita cuidarse para cuidar. Cuidarse de sí mismo le permite mantener un buen estado de salud que le permita poder seguir atendiendo a las necesidades su paciente o familiar.
Cuidar de nosotros mismo es fundamental para poder ofrecer calidad de vida a la persona que cuidamos.
Es muy importante no crear una carga de tareas excesiva o no descansar lo que nuestro cuerpo necesita. Esto podría jugar mucho en nuestra contra y producir insomnio, aislamiento y muchos más síntomas del Síndrome del Cuidador Quemado.
Autocuidado
Para empezar a cuidarnos debemos entender la necesidad de autocuidado:
- Si nos dedicamos tiempo a nosotros mismo y a nuestras necesidades, nos encontraremos en una mejor disposición, tanto física como mental.
- Nuestro bienestar ayudará a ofrecer cuidados óptimos a nuestro paciente o familiar.
- Cuando disfrutamos de un buen bienestar tenemos sensación de control de nuestra vida.
Los principales factores que más debemos cuidar son:
Cuida tu descanso
- La falta de sueño es muy común entre los cuidadores, sobretodo, en los cuidadores familiares.
- Cuidar de un familiar puede significar estar pendiente de él día y noche. En estos casos, debes plantearte combinarte el turno con una segunda y/o tercera persona.
- Procura no dormir menos de 7 horas.
- La falta de sueño puede traer alteraciones en la percepción, somnolencia diurna, irritabilidad, insomnio, falta de atención….
Haz ejercicio físico
- Es importante que el cuidador disponga de plena forma física para poder cuidar del paciente o familiar en las mejores condiciones.
- Realizar ejercicio nos ayuda a apaciguar las tensiones diarias. Además, nos permite mejorar y mantener la fuerza muscular (y evitar la sarcopenia), la coordinación y el equilibrio.
- 30 minutos diarios de ejercicio son suficientes para mantenernos en forma y cuidar nuestra salud.
Cuida tu alimentación
- Una dieta sana, equilibrada y variada nos aporta al organismo todos los nutrientes necesarios para reponer energías y poder realizar todas tus tareas.
- Es muy importante no saltarse ninguna comida.
- Comer cinco veces al día y evitar las comidas que se repiten es clave para una buena salud y una mejora de la calidad de vida.
- Siéntate a la mesa a comer tranquilo y de manera pausada.
Tiempo para otras tareas y relaciones sociales
- Un cuidador familiar nunca debe renunciar a su propia vida por cuidar de alguien dependiente.
- Debemos poner límites a los cuidados y buscar formas para conciliar la vida personal, social y laboral con el hecho de ser cuidador de un familiar.
- Queda con tus amigos y familiares.
- Dedícate tiempo a ti y a otras tareas de tu día a día.
Pedir ayuda
- Mucha gente tiende a no pedir ayuda por miedo de demostrar debilidad. Esto es un grave error.
- El primer paso es aceptar la realidad y que todos tenemos nuestros límites.
- No te sientas imprescindible para la persona dependiente, existen otras personas que pueden atenderle cuando tu estés ocupado.
- Pide ayuda a familiares y amigos. También a profesionales. Alterna con ellos los turnos de cuidado.
- Infórmate sobre la enfermedad de la persona a tu cuidado, así te ayudará a entender más y a cuidarlo de una forma más óptima.
- Pide ayuda para adaptar tu hogar a tu ser querido mayor.
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